En algunas empresas se comete el error de orientar su política de Responsabilidad Social hacia afuera, es decir, en acciones hacia la comunidad vecinal o hacia grupos necesitados, descuidando algo fundamental que es el principio de una Política de Responsabilidad Social, la Política del Buen trato a sus empleados, a sus clientes, a sus proveedores y entre asociados.
Para comprender este tema, empezaremos por entender “el trato” como la menara de tratar, es decir de relacionarse con otros semejantes o seres, considerando que hay maneras adecuadas o inadecuadas. Lo adecuado es aquello que no causa daño, que no perjudica, que no deteriora, y por lo consiguiente lo inadecuado es lo contrario.
El ser humano tiene la facultad de comunicarse con otros seres de varias maneras, entre ellas la forma verbal y la no verbal. La verbal con la palabra escrita o pronunciada, y la no verbal con ademanes o señales.
La comunicación es algo fundamental en el proceso de entendimiento y relación de unos con otros, y esta comunicación también puede ser presencial o no, es decir, a través de sistemas tecnológicos directos, o por referencias, queriendo decir que se puede hacer por telefonía convencional o inalámbrica, por internet, o por mensajes enviados con terceras personas.
Cuando hablamos de la política del buen trato estamos indicando la manera adecuada de comunicarse o referirse de otra persona o con otra persona o ser de la tierra, entendiendo que el buen o mal trato no solo se relaciona entre personas, también aplica en la relación persona animal o persona y cosa.
Es preciso recordar que en toda comunidad se requiere de unas normas que faciliten la convivencia, y estas empiezan con una política del buen trato, independiente de cuál sea el escenario: Laboral, familiar, social, etc.
Si las personas irrespetamos las normas básicas del buen trato, empiezan los conflictos en las comunidades, y estas normas son sencillas y fundamentales, por lo que la política del buen trato la definiremos entonces como: “La manera respetuosa, cortés y decente de comunicarse o referirse de otro o con otro semejante o ser, sea presencial o no presencialmente”.
Este documento recoge entonces los elementos básicos y fundamentales para crear dicha política, y deben adoptarse como cultura organizacional o comunitaria, entendiendo que el respeto debe ser recíproco entre las personas, no importando su condición, edad, cargo o rol.
· No seas ofensivo o despectivo con las personas, trata a los demás con cortesía, llámalos por su nombre, nunca con apodos, frases peyorativas o manifestaciones despreciativas.
· No hables mal de otras personas y respeta su espacio personal.
· Evita calificar a las personas por su vestimenta, por su raza, por su estrato social, y no hagas de estos elementos criterios para ofrecer tu simpatía hacia ellos.
· Acepta las diferencias raciales, culturales, ideológicas y conceptuales de otras personas.
· Cuídate de proferir maltrato verbal o físico. Evita los términos ofensivos, degradantes y calificativos indebidos.
· Escucha a las demás personas, míralos a los ojos cuando te hablan y cuando tú les hables.
· Así como debes ser sincero para rechazar una idea, para corregir un error, hazlo de buena manera, nunca tratando de hacer sentir mal a la persona, y a su vez ten el valor para felicitar a los demás cuando lo merezcan, agradéceles cuando sea necesario y estimula el desarrollo de sus cualidades. Resalta lo positivo de las personas y no sus defectos o aquellas cosas que les generan dificultades.
· Admite las diferencias personales, sin caer en la complacencia de errores en las actuaciones incorrectas.
· Aprende a pedir ayuda cuando la necesitas, no siempre los demás pueden adivinar lo que te pasa.
· Ayuda a resolver los conflictos mediante el diálogo y facilita que lleguen a acuerdos de sana convivencia.
· Evita anteponer a otros tu cargo, rango, edad, profesión, nivel o lo que fuere, la humildad es el mayor valor personal.
· Aprende a pronunciar y conjugar palabras y frases básicas y mágicas como: Por favor, tenga la amabilidad, muchas gracias, excúseme y otras tantas que agregan valor y llenan de regocijo el alma.
· Trata de no dejarte impulsar por comentarios de otros, por falsos testimonios y por rumores sin fundamento.
· Recuerda que los comentarios sobre otras personas no hacen más que daño, evítalos.
· Controla las efusiones excesivas tanto de alegría, como de agresividad, la grosería y más la vulgaridad.
· Evita un ambiente dónde se murmura y la crítica a espaldas de los interesados.
Aplica estas normas en tu vida diaria, con tu familia, con tus vecinos, en tu trabajo y en todos los escenarios donde tengas la oportunidad de convivir y compartir, y hazlo cuando hables, cuando escribas e inclusive cuando señales o hagas referencias.
Ten en cuenta que inclusive para discrepar, para refutar y para defender una idea o una posición, debe primar la cortesía, pues de lo contrario, con la agresividad, la grosería y la patanería estás dejando salir lo irracional que nunca engalana.
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